Cierras la cubierta del libro con un suspiro. Notas ese nudo en el estómago incapaz de quitarlo. Un escalofrío recorre tu cuerpo, un sentimiento poco explorado llega de forma inesperada. Te quedas mirando a un punto fijo, recordando todas las situaciones inquietantes y todos los sentimientos que a través de un libro has averiguado. Respiras una vez más el aroma que desprenden las páginas, deseando entrar en ellas para no volver al mundo real, para viajar lejos a través de esa nave que separa la línea de la felicidad y la tristeza. Tratas a los libros como forma de huida de lo que hay a tu alrededor, como forma de escape de la realidad hacia un mundo que siempre acaba sacándote una sonrisa de tal manera que te hace querer permanecer allí siempre.
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