sábado, 7 de febrero de 2015

Aún recuerdo las maratones a las que siempre me presentaba de pequeña, me sentía indefinidamente libre cuando corría sin ningún límite, pero siempre llevaba conmigo aquel miedo de quedar en segunda posición. Hoy en día, aún lo mantengo en mi interior, sin poder deshacerme de él. Intento ser la mejor en algo que se me da bien, pero una vez más, no soy lo suficientemente buena.
Llega un momento en el que acabo cansada de ser una sombra. Intento vencer el vacío pero voy contrarreloj; me hundo en la arena, y ya a penas puedo aguantarme; tengo miedo de estar en un segundo plano.

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