Es peculiar como las dos cosas que más quieres se vuelven contradictorias. Me consideraba lo suficientemente fuerte como para no necesitar la protección de nadie, pero al mismo tiempo, necesitaba sentir como sus brazos me rodeaban con fuerza para recordarme que espantaría hasta el más mínimo miedo.
Él no entendía que mi único miedo era volver a sentirme sola y recordar que él ya no estaba.
Sin embargo, quería sentirme independiente y tan segura hasta poder imaginar que podría sobrevivir a la guerra que llevaba conmigo; era mucho decir.
Tenía miedo de olvidar como mis dedos se enredaban en su pelo.
Tenía miedo de olvidar el tacto de mis manos recorriendo su mandíbula.
Pero ni con mi valentía, ni con mi fuerza, ni siquiera cono sinsu poder magnético, hacía posible que ese atormento se desvaneciese, ya no solo por el miedo a perderle para siempre, sino, el miedo de que realmente así fuese.
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