viernes, 13 de enero de 2017

A tu lado.

Vestidos de etiqueta, en un momento producto de la miel. Casi sin tocar el plato, nos comemos con la mirada. Saciando el deseo morderme el labio se vuelve en una opción esencial. Las velas liberando la sombra del perfil de tu rostro parece un momento de película. De esos en los que tocas a la puerta de mi casa con las manos escondidas en tu esmoquin, y tras un beso acaramelado, te coloco bien la corbata. Me doy cuenta que necesito tenerte más cerca, así que simplemente me limito a contonear tus ligeras manos, y me veo brillar en tus pupilas. Imaginando lo que pasaría después, tu ademán me hace volver a la realidad. Una vez más, yo me enfadaría por algún detalle insignificante, aunque no hay mejor medicina cuando me arrastras hacia a ti con tus manos en mi cintura y me besas cuidadosamente. Acabaríamos de alguna manera abrazados en una cama para uno, y quién sabe. No somos de esos, lo sabes, lo sé.
Me tiemblan los pies a su lado, y ni el olor de las rosas podría reemplazar el aroma que desprende. Me convertiría en vampiro si me fuese posible, por y para comerle a besos. Pierdo el sentido frente a él, irónico que aún así me brinde toda inspiración.
Un vestido de satén me tendrías que quitar para verme al desnudo, que te dejaría marcas de rojo mate hasta fundirnos en uno. Tus manos ardientes como el carbón se deslizan entre las telas que dejan entrever mi piel, pero se atienen a mis pensamientos.
Entre sábanas calientes, que los ronquidos silencien el sonido de la realidad, que quepa un nosotros dentro de la oración, pero ocúltalo debajo del colchón. Que sea nuestro, y de nadie más, que conozca hasta el más pormenor rasgo sobre ti, teniendo la primera posición incluso en las partidas de uno a uno.
Me he dado cuenta en cómo nuestras manos se entrelazan, pareciese que estuvieran hechas para no separarse jamás, que encajan con total perfección, como piezas de puzzle. Y el jarrón de flores situado justo a tu derecha que nos recuerden a nuestro próximo viaje lleno de maravillas enterradas.
Más vale que sea la servilleta dónde deje la huella de mis labios, que sean tus celos los que me provoquen debértelos. Que si tú me pides que me quede, siempre me quedaré, no alejaré mis manos de tu corbata, perseguiré con mis dedos cada lunar y cicatriz, huiré contigo a dónde desees, en medio de la noche, a solas, nosotros, tú y yo, juntos, a cualquier parte del mundo. Completar sueños, seguir colocando las piezas del domino hasta formar un camino y andar sobre él, un camino de nubes, de logros, una realidad frente a ti, agarrados de la mano, dónde nos besemos con ansia, nos deseemos con ganas, nos queramos hasta matar, quizás hasta morir. Cumplir veranos, otoños, inviernos y primaveras contigo, que se asomen canas, arrugas y anhelo de juventud. Terminar en suspiro, dedicando nada más y nada menos, que mi último latido a una vida no desperdiciada a tu lado.

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