viernes, 14 de junio de 2019

Desenganchada a ti

He caído en un profundo desamor, bañada en un perfume de desesperación, intento equilibrar la realidad como si de una balanza se tratara. Un gramo aquí, y otro allí para que esté lo suficiente estable, y pueda seguir andando por las vías del tren sin resbalar. Intento reciclar parte de mi memoria para no colapsar, deshacerme de recuerdos que realmente no quiero olvidar, pero debo olvidar. Un paso adelante, sin marcha atrás, sin reparos. Dejar atrás la mancha de un vino, que nunca bebiste a mi salud, que aún permanece en un mísero corazón medio roto. Con tu presencia, toda mi naturalidad se derrumba, caigo en una actuación dramática por llamar tu atención sin conseguir más que el silencio, una respuesta en las redes sociales que me de un ápice de esperanza. Siento como si fuese una nota más de una sinfonía eterna, irrelevante. Demasiado ingenua para dejarte entrar en mi vida, ahora no puedo borrar o adormecer todos estos insufribles sentimientos que tengo hacia a esa penetrante mirada que me cala hasta los huesos. No quise atarme, es lo último en lo que pensaba, supongo que el fin de querer enamorarse es sentirse más vivo, suerte que aún sigo enterrada. Aunque tus actos me recuerdan que no estás a la altura, sigues caminando entre la niebla como si el misterio fuese tu sombra. Y tanto me han advertido de todos los problemas que me encontraría en el camino, nadie me advirtió que me encontraría contigo. Créeme, hago todos mis esfuerzos por evitar que se me encoja el estómago cada vez que pienso que puedes aparecer por la puerta, siento que en cualquier momento vas a escuchar como el corazón se me sale del pecho cuando noto estás cerca de mí. Todavía sigo preguntándome quién eres, qué significó ese beso de un día cualquiera de abril y... qué verdaderamente sientes por mí. Me pregunto si tengo que abandonar la idea de lo que creí que eras para sustituirla por la mítica imagen de imbécil con chupa de cuero y pelo a lo ochentero. Me reitero en una mentira, en la dulce mentira de que las apariencias engañan pero... qué mentira más bonita. Y si tan solo pudiera dejar de añadirle puntos suspensivos a esta historia, ponerle punto final a estos ya mustios sentimientos, se están ahogando en una de las alcantarillas de la calle Almirante Ulloa. Espero que mueran allí desolados. 

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